La redempción del tiempo

 

Cada interpretación musical abre un espacio nuevo de significación, altera la obra y, con ella, a quien la escucha. No es memoria, es conciencia. En una sociedad sometida a la velocidad, a la fragmentación y al consumo inmediato, el Festival de Torroella de Montgrí propone otra manera de habitar el tiempo. No como una sucesión de instantes efímeros, sino como una realidad que se despliega en el acto mismo de escuchar. La música se convierte en resistencia a la inercia, un espacio donde el tiempo no se registra, se modula; donde la velocidad no se impone, se redime.

Redimir el tiempo no es pararlo ni fijarlo. Es abrirlo a su plenitud, convertirlo en experiencia compartida. No es resignarse a su sucesión inexorable, sino comprenderlo en toda su profundidad. Redimir el tiempo es liberarlo de su condición de objeto de consumo para convertirlo en materia viva, en espacio de comprensión y revelación.

El Festival ofrece una nueva manera de estar en el flujo del tiempo. No se trata de aislarse del mundo, sino de repensarlo. La música no se escapa de la realidad, la resignifica. La redención del tiempo se encuentra en el acto consciente de habitarlo plenamente, en su significación compartida. La música no es una anotación en el calendario. Es persistencia. No desaparece en el instante de su ejecución. Resuena más allá de ella misma, enlazando pasado, presente y futuro. En esta redención del tiempo, el Festival de Torroella interroga, transforma, propone.

Protegidos de la furia del mundo, la música abre espacios donde el tiempo, lejos de ser una sucesión de instantes, se convierte en experiencia de plenitud compartida.

La construcción del tiempo musical
Uno de los ejes centrales de esta edición del Festival de Torroella de Montgrí es la concepción del tiempo como materia flexible, moldeable y recreable a través de la música. Esta idea se manifiesta en la propuesta de Tasto Solo, que explora el Ars Subtilior del siglo XIV. La complejidad de la notación y el ritmo fragmenta el discurso musical, convirtiéndolo en una experiencia perceptiva discontinua. La música de este periodo cuestiona la concepción tradicional del tiempo como sucesión lineal, abriendo nuevas perspectivas sobre como este puede ser fragmentado y reconfigurado.

Continuidad y transformación
Esta misma tensión entre continuidad y ruptura se hace patente en los Concerti grossi Op. 3 de Georg Friedrich Händel que interpretarán Les Musiciens du Louvre, dirigidos por Marc Minkowski. La obra de Händel, anticipando la modernidad de la sinfonía, explora la dilatación del tiempo mediante la alternancia entre repeticiones y variaciones. Este proceso ofrece una nueva manera de percibir la temporalidad musical, mostrando como las tensiones entre la repetición y la variación, la continuidad y la ruptura, pueden transformar la experiencia del tiempo.

Otro momento destacado del festival será el debut de Leonidas Kavakos. El violinista griego, al frente del grupo Apollon Ensemble, interpretará un programa monográfico de Bach. Sus conciertos para violín, síntesis perfecta entre la estructura formal y la expresividad emocional, son un viaje sonoro que demuestra la simbiosis entre virtuosismo y emoción. Su música traspasa el tiempo, estableciendo un diálogo entre el pasado y el presente, entre la rigidez formal y la emoción subyacente que lo acompaña.

Esta 45ª edición del Festival de Torroella de Montgrí también será testigo del debut de la violagambista Lucile Boulanger, quien presentará un doble concierto que une el pasado y el presente. Su recital de viola da gamba incluirá un programa que dialoga con dos compositores del Barroco: Johann Sebastian Bach y Carl Friedrich Abel, que permitirá revivir una nueva dimensión de la música barroca, centrándose en las influencias recíprocas y la continuidad musical a través de las épocas.

La voz como transmisión del tiempo
Desde sus orígenes, la voz humana ha sido un instrumento fundamental para transmitir la memoria. Su capacidad para articular palabra y emoción establece un puente entre el presente y el pasado. En esta 45ª edición del Festival de Torroella de Montgrí, la voz vuelve a ocupar un lugar central con el debut de la soprano Serena Sáenz. Acompañada por la Orquestra Simfònica del Vallès, presenta un programa que explora las ideas de libertad y destino a través de la ópera y la mélodie.

La ópera barroca ofrece una visión compleja sobre la relación entre tiempo y memoria. Marc’Antonio e Cleopatra de Johann Adolf Hasse, que interpretarán Emöke Baráth y Anna Bonitatibus con Vespres d’Arnadí, ejemplifica como el tiempo se construye mediante la tensión entre recitativos y arias. Las voces de los personajes establecen un diálogo entre el pasado y el futuro, entre las acciones pasadas y las esperanzas del futuro. Este intercambio crea un espacio de reflexión sobre el tiempo y sus implicaciones emocionales, cuestionando nuestra percepción del flujo temporal.

Este hilo de reflexión se extiende con la propuesta de Armonico Consort, bajo la dirección de Christopher Monks, que pone en diálogo dos obras del Barroco europeo: Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi y Dido and Aeneas de Henry Purcell. Pese a proceder de tradiciones diferentes —una obra sacra italiana y una semiópera inglesa—, las dos exploran, a través de la voz, las dimensiones del dolor, la separación y la muerte. Una lectura sobre la condición humana desde dos perspectivas: la religiosa y la mitológica. Dos obras que, pese a su concisión, contienen pasajes de una intensidad expresiva y encapsulan algunos de los momentos más impresionantes del repertorio vocal barroco.

Otro ejemplo de este cuestionamiento de la temporalidad se presenta en el trabajo de Niño de Elche y Abdullah Miniawy, que revisitan las fronteras estilísticas y de percepción mediante la experimentación musical. Su propuesta no sigue una línea temporal convencional. Dilata, fragmenta y reinventa el tiempo musical, creando nuevas condiciones para la experiencia auditiva.

El tiempo suspendido en la interpretación
En este marco reflexivo sobre el tiempo, varios momentos del festival se centrarán en los efectos de la música sobre la percepción temporal y su constante reconstrucción. Más de veinte años después de su debut en el Festival de Torroella de Montgrí, Janine Jansen vuelve para ofrecer un programa que equilibra profundidad y virtuosismo. Acompañada por la Camerata Salzburg interpretará el Concierto para violín y orquesta en mí menor de Mendelssohn, una obra que combina lirismo y técnica para sumergirnos en una dimensión temporal donde la música parece lograr una calidad eterna, pese a su inmediatez, cuestionando las concepciones lineales del tiempo.

En esta suspensión en el tiempo, también encontramos los recitales del pianista Joaquín Achúcarro. Después de 35 años de su debut en el festival, propondrá un programa que traza su trayectoria personal como intérprete, creando una narración que une pasado y presente. Por su parte, el también pianista András Schiff concibe su debut en el festival como una creación inmediata, en la que el tiempo se construye en directo, ofreciendo una experiencia que explora la percepción de éste en el acto musical mismo.

La flexibilidad del tiempo musical
La investigación constante para transformar el lenguaje musical define la proyección del futuro de la música. La relación con el tiempo, entendido como estructura y como experiencia, se encuentra en el centro de esta reflexión. El proyecto Ravel’s Dreams de Marco Mezquida ejemplifica la investigación a partir de la confrontación entre la precisión de Maurice Ravel y la fluidez de la improvisación jazzística, abriendo un espacio de tensión entre la arquitectura rigurosa y la inmediatez de la creación instantánea. Esta dialéctica reconfigura la percepción del tiempo musical y propone un nuevo modelo de diálogo entre tradición y experimentación.

Similares perspectivas se abren con la propuesta ¡Garreta Party!, que reinterpreta la música de Juli Garreta en el 150º aniversario de su nacimiento. La fusión entre el universo clásico y las sonoridades de la cobla, bajo la dirección de Carles Marigó con la Cobla Montgrins, crea un espacio de interacción entre lenguajes. La relectura de la música de Garreta parte de una revisión de sus estructuras formales y su relación con la música popular. Esta reconstrucción no solo revisita las coordenadas temporales en las que fue creada la obra, sino que las confronta con la realidad actual, poniendo en cuestión los límites entre géneros y estéticas.

La misma reflexión sobre el tiempo emerge en el proyecto Versailles de Lucile Boulanger y Calling Marian. La corte de Versalles del siglo XVII se define por una concepción del tiempo marcada por la simetría y el orden, manifestada en la música de Lully, Charpentier, Couperin y Marin Marais. Esta música construye un espacio sonoro que responde a una visión del poder basada en la medida y el control. Cuatro siglos más tarde, otra música surge en la misma ciudad, esta vez ya no vinculada a la corte sino a la cultura urbana: la French Touch, movimiento de música electrónica que, a finales de la década de 1980, reformula la relación con el tiempo musical mediante el uso de repetición, bucles y procesos digitales. El encuentro entre la viola da gamba y la electrónica abre un nuevo espacio de exploración donde pasado y presente se reconfiguran en una nueva realidad sonora.

Todas estas propuestas comparten un mismo interrogante sobre el tiempo y su relación con la música. En cada caso, la materia sonora se replantea mediante la experimentación con estructuras, procesos y técnicas que transforman la percepción auditiva. La música es una herramienta para repensar el mismo tiempo. En su tensión entre fijación y cambio, entre estructura y fluidez, se manifiesta la capacidad de la música para cuestionar las formas y abrir nuevos caminos de comprensión.

El Festival de Torroella de Montgrí no se limita a presentar una serie de conciertos, construye un espacio de interrogación sobre la música y el tiempo. En cada programa se despliega una concepción diferente a la temporalidad, desde la permanencia de Palestrina hasta la deconstrucción del Ars Subtilior, de la rigidez de Ravel a la improvisación de Marco Mezquida.

Montse Faura
Directora del Festival de Torroella

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